Contraje COVID dos veces y me han quedado secuelas graves, diagnosticada de artrosis que se desarrolló en apenas 6 meses, fibomialgia, Disautonomía Neurovegetatica, , intoleracia postural ortostática, síncopes vasovagales, alteraciones en la visión, exceso de salivación, descontrol de la temperatura corporal, intolerancia a la temperatura ambiental, taquicardias ante el mas mínimo esfuerzo (simplemente levantarme de la cama para ir al baño), ansiedad, insomnio, vértigos y mareos, dermatitis descamativa, sobre todo en cara y cuero cabelludo, linfedema mixto, insuficiencia venosa piernas, neuralgias….
Tengo una discapacidad del 57% y necesito usar silla de ruedas porque si estoy mucho tiempo en pie me caigo al suelo. Pese a ser sanitaria, sigo sin comprender bien esta enfermedad y hay muy pocos recursos para los enfermos, y menos para los profesionales, estoy en contacto con sanitarios tanto en España como en el extranjero y sigue siendo una enfermedad desconocida. A nivel científico, están investigando la posibilidad de que el virus sea capaz de acceder al SNC vía axonal, y de esa forma soslayar la barrera hematoencefálica y así es como se desencadena la Disautonomía, queda por ver si a la larga, aparte de los síntomas periféricos, el sistema central se ve afectado o no. Me aterra pensar que pueda desarrollar un Párkinson o una demencia asociada a cuerpos de Levy. Estaría incluso dispuesta a que me hiciesen biopsias nerviosas para controlarlo, porque da mucho miedo. Y el sistema tampoco ayuda, mucho tiempo entre pruebas, compañeros que ni siquiera se creen que sea de verdad una enfermedad.
Es una condena cruel, ignorada, infravalorada por profesionales y por la ciudadanía. Una carga para los familiares, y espero que cambie el enfoque porque somos muchos pacientes.
Durante todo 2023 estuve trabajando de albañil, hacíamos paredes de piedra. Las rompíamos con marras, me refiero que era un trabajo físico fuerte. En el puente de la constitución pedí los 10 días de vacaciones que me quedaban y casi en mismo día enfermé de covid.
Sí es verdad que vino con fuerza, pasé de una tos esporádica a tener lo que yo denominé «un catarrazo» en 24 horas. Sin embargo, nada me hizo sospechar que fuera más allá. Mi hija insistió que me hiciera la prueba y di positivo en COVID. Ya era la segunda vez que lo tenía y no le di importancia. Lo normalicé, ya ni siquiera te daban de baja.
Sin embargo, en los últimos días el agotamiento llegó más de lo que consideré normal. Tanto que terminados mis vacaciones tuve que recurrir a la doctora de cabecera, «no puedo con mi alma, no me atrevo ni siquiera a ir al trabajo». Me dio 72 horas de reposo y tras 48 acudí al trabajo. Afortunadamente, cuando llegué quedaban pocos días de contrato, terminaba el 29 de Diciembre y el trabajo ya era más bien recoger y limpiar. Aún y así no podía hacer la mayoría de las cosas, los compañeros me arroparon y terminé el contrato. No sin antes volver a la doctora para comunicar que el cansancio no cesaba. A lo que había que añadir dolores musculares por todo el cuerpo. Me dijo, que eso era normal en el COVID, que ya se me quitaría y me recomendó unas vitaminas…
Llegó enero y se terminaron las vitaminas y todo estaba igual, a finales de mes volví a la doctora y me dijo que paciencia otras vitaminas y a esperar. Ya a finales Febrero volví con el mismo problema, no mejoraba. Y ya se lo tomó un poco más en serio, acudí con el cuerpo totalmente contracturado, los músculos acortados, encogidos. Me recetó un relajante muscular creo recordar y que acudiera en una semana. No hizo falta porque al par de días me dio un tirón en la espalda en casa sin hacer nada.
Me derivó a medicina interna, esto era Marzo y hasta el 11 de septiembre no me vio nadie. Acudo a la consulta de medicina interna deseoso de dar toda la información posible a la doctora. Incluso anoté todo lo que me había pasado desde que enfermé. Ya eran 9 meses de problemas y temía que se me olvidara algo vital para aclarar lo que me pasaba y no se lo contara en los diez minutos de consulta. Como respuesta obtuve un:
– «Ahh, pero eso entonces será del COVID». Te doy el alta, ¿Qué quieres que yo le haga?.
Perplejo, la digo:
-¿Si es del COVID no merezco un seguimiento ni tratamiento aunque sea para aliviar síntomas?.
A lo que su silencio pareció decir que no lo tenía. Parecía que no me creía, y toda su atención se fue a que traía lo que me había pasado anotado. Seguramente síntoma de delirium tremens. Vamos o me lo inventaba o estaba «chalao» hablando en plata.
La digo que si va a decidir sobre mi enfermedad sin hacerme ninguna prueba y me dice:
-¿Qué prueba me va a hacer si no se lo que te pasa?
Viendo que me toma por idiota, dejo de ir por ahí y la digo que me derive entonces a algún sitio que si puedan saber qué me pasa y me deriva a Reumatología. Mientras me dice:
-Te derivo a reumatología pero vamos que no te va a servir de nada porque lo tuyo claramente es del COVID.
-?????. Entonces deríveme aun experto en COVID. NO???
-Creo que en Extremadura no hay…
Y ante ese convincente argumento me callé y salí de la consulta porque sabía que la ayuda que necesitaba allí, ni podían ni querían dármela.
Después del la consulta, contacté con un grupo extremeño de enfermos del covid persistente y empecé a darme cuenta que eso era lo que me pasaba. Me reconozco en sus males.
A día de hoy 19 de noviembre sigo sin poder trabajar, es más he tenido que dejar de dar un paseo que hacía para intentar mejorar. Y estoy a la espera del día 25 ir a una consulta del Doctor Saponi en Cáceres capital. Con pocas esperanzas pero…
Por supuesto me ofrezco si quieren valorarme o hacer las pruebas pertinentes.
Tengo 54 años y en diciembre de 2020 cogí COVID-19 a pesar de los cuidados, ya que teniendo otros problemas de salud no podía arriesgarme. Pero pasó y en menos de dos días estaba ingresada. Una vez que probaron todo tipo de medicaciones, la neumonía bilateral avanzó y empezaron a fallar los órganos y termine entubada en UCI. El pronóstico era muy negativo, me cuenta la familia, pero recibí el regalo de la vida. Lamentablemente no he vuelto a ser la misma, me quedaron secuelas respiratorias y empeoro día a día, tengo todos los síntomas que existen, no soy persona, dependo de cuidados para todo, no camino, no salgo de casa, el mínimo esfuerzo de deja sin aire ni fuerzas. Me sentí abandonada por una parte, porque al principio me llamaban y me decían todo lo que tendría que hacer para mejorar. Si no fuera por mi médico de cabecera que sigue pendiente de mi derivándome a los especialistas, no se donde estaría. Con COVID prologado diagnosticado me dijeron es lo que hay. Todavía no sabemos qué hacer, venga el año que viene. Siempre busco avances, no me rindo, tal vez no esté aceptando que está será mi realidad, que empeora día a día. Tengo la sensación que me estoy apagando poco a poco. Espero que podáis ayudar a los supervivientes de esta pandemia para que tengan una vida digna. Gracias por aceptar mi historia
He escrito mi historia «Evidencias» compartiendo lo que he aprendido de todo lo vivido
Cogí la COVID-19 trabajando en mi consulta en marzo de 2020 y desde entonces hasta el día de hoy no puedo creer como me ha podido cambiar tanto mi vida a peor, he perdido mi Salud, mi trabajo, mi consulta y poder ejercer mi profesión y ya no digamos la ilusión y encima me siento juzgada como si estuviera mintiendo y tener que justificarme por estar enferma.
Tengo 50 años y desde hace tres me siento como una mujer de 90 años y lo único que consigo es que me digan que lo lleve lo mejor posible…. Venga ya!
Tengo 47 años, previamente a la infección tenía una vida estupenda muy activa, hacía rutas de montaña, realizaba mucho ejercicio, bailaba 10-12 horas a la semana, viajaba mucho, tenía mi trabajo de médico y hacía cursos de formación. Desde que me infecté de COVID hace 4 años y medio, no puedo hacer ninguna actividad física (salvo algún pequeño paseo un par de veces a la semana), muchos días casi no puedo ni levantarme de la cama, no tengo casi vida social (salvo alguna vez cada dos meses que quedo a tomar algo sentada y durante poco tiempo), me cuesta arreglarme y cocinar, me cuesta mucho leer libros y realizar cursos, por supuesto no puedo trabajar, Tengo una vida como una abuela de 90 años.
Lo he intentado todo, rehabilitación, tratamientos privados y costosos y no encuentro una solución.
He pasado de tener 44 años a tener 90 años. No puedo hacer ningún esfuerzo físico sin cansarme (ducharme, limpiar la casa), llevar solo una bolsa de la compra (un poco de pollo y una botella de Cocacola) )ya es un mundo, y tengo que echar mano del Ventolin.
Tomo 9 pastillas al día y dos ventolines diferentes y aún así me apoco con cualquier esfuerzo, dicen que es asma.
Tengo taquicardias, me dan pinchazos el corazón, tengo más migrañas que antes y la regla me ha desaparecido de la noche a la mañana
Mi piel ha cambiado tengo temporadas que es más sensible y otros que tiene más grasa. Y me he hecho dos esguinces en 8 meses lo que nunca había tenido…
Me contagie de COVID en febrero de 2022, me había pasado toda la pandemia desde que se decreto el estado de alarma trabajando en primera línea, y resulta que me contagio en 2022 justo después de ponerme todas las vacunas.
Estuve 20 días enferma de COVID con diversos síntomas, fiebre, vómitos, broncoespasmos… aunque molesta, lo pasé en casa sin dificultad.
Hasta ese momento era una persona bastante activa, practicaba deporte de riesgo, trabajaba dentro y fuera de casa, tenía una vida social muy activa, y a pesar de las exigencias del día a día, del trabajo, la familia, jamás había padecido de nerviosismo o ansiedad.
Desde febrero de 2022 que me infecte de COVID se me han detectado muchísimas cosas, primero un trastorno hormonal que me provocaba inflamación en mamas, después una lesión en el útero por el VPH, más de 5 crisis de herpes Zóster (que jamás me había dado), crisis ansiosas, debilidad, vitaminas y proteínas más bajas de lo normal, dificultad para dormir ya que de repente me despierto como si me faltará el aire, dificultad para pensar e incluso para hablar si me pongo nerviosa o ansiosa.
Actualmente me están haciendo pruebas fe todo tipo, pero siento como si me estuviera volviendo loca, y que nadie alrededor lo entiende o le quita importancia.
Esta enfermedad es horrible, te va consumiendo físicamente (dolores articulares, espasmos, migrañas, taquicardias, sensación de nervios todo el día, angustia, depresión, etc…
Lo peor de todo es no ver la mejoría, ver que no hay apoyo político y que, muy a nuestro pesar, algunos facultativos todavía nos tachan de «locos».
Solo puedo dar las gracias a los que nos apoyáis.
Me siento totalmente incomprendida y desesperada, y eso que tengo a mi familia que ve que yo no soy así, llevo dos años y ya lo ven con normalidad pero yo no, quiero volver a ser yo, a poder ir a trabajar, salir bailar , pero tal y como estoy no puedo hacerlo o si el día que me encuentro bien, a la semana siguiente pago los «escesos» que he hecho cuando mi día era propicio
Padezco de Covid Persistente 3 años y medio y cada vez estoy peor, me salen cosas nuevas, sufro de dolores musculares generalizados, fatiga, cansancio, dolores de cabeza fuertes, pérdida de memoria empeorando, poca concentración, muy nerviosa, ansiedad estrés y depresión, hernias discales, protusiones rotación cervicales con artrosis degenerativa, hombros, rodillas y pies. Ya no se qué hacer pues el INSS me obligó a trabajar 6 m y me puse peor, con ataques de pánico y ansiedad. Ahora llevo 6 meses de baja y un médico de cabecera me hace poner fecha de alta, si no lo hacía de inmediato me la daban, tuve que poner fecha en medio de una crisis de ansiedad. Esto no es justo, te están obligando cuando yo no estoy bien, ni soy médica para pedirme el alta. Sé que me mandaran otra vez a trabajar, pero ni muerta iré aunque lo pierda todo, esto no es una seguridad social, díganme que puedo hacer, los he demandado impugne e alta, reclamaciones, todo denegado, que me expliquen como sobrevivimos??
Para qué pagamos una S.S habría que luchar todos juntos?