Durante todo 2023 estuve trabajando de albañil, hacíamos paredes de piedra. Las rompíamos con marras, me refiero que era un trabajo físico fuerte. En el puente de la constitución pedí los 10 días de vacaciones que me quedaban y casi en mismo día enfermé de covid.
Sí es verdad que vino con fuerza, pasé de una tos esporádica a tener lo que yo denominé «un catarrazo» en 24 horas. Sin embargo, nada me hizo sospechar que fuera más allá. Mi hija insistió que me hiciera la prueba y di positivo en COVID. Ya era la segunda vez que lo tenía y no le di importancia. Lo normalicé, ya ni siquiera te daban de baja.
Sin embargo, en los últimos días el agotamiento llegó más de lo que consideré normal. Tanto que terminados mis vacaciones tuve que recurrir a la doctora de cabecera, «no puedo con mi alma, no me atrevo ni siquiera a ir al trabajo». Me dio 72 horas de reposo y tras 48 acudí al trabajo. Afortunadamente, cuando llegué quedaban pocos días de contrato, terminaba el 29 de Diciembre y el trabajo ya era más bien recoger y limpiar. Aún y así no podía hacer la mayoría de las cosas, los compañeros me arroparon y terminé el contrato. No sin antes volver a la doctora para comunicar que el cansancio no cesaba. A lo que había que añadir dolores musculares por todo el cuerpo. Me dijo, que eso era normal en el COVID, que ya se me quitaría y me recomendó unas vitaminas…
Llegó enero y se terminaron las vitaminas y todo estaba igual, a finales de mes volví a la doctora y me dijo que paciencia otras vitaminas y a esperar. Ya a finales Febrero volví con el mismo problema, no mejoraba. Y ya se lo tomó un poco más en serio, acudí con el cuerpo totalmente contracturado, los músculos acortados, encogidos. Me recetó un relajante muscular creo recordar y que acudiera en una semana. No hizo falta porque al par de días me dio un tirón en la espalda en casa sin hacer nada.
Me derivó a medicina interna, esto era Marzo y hasta el 11 de septiembre no me vio nadie. Acudo a la consulta de medicina interna deseoso de dar toda la información posible a la doctora. Incluso anoté todo lo que me había pasado desde que enfermé. Ya eran 9 meses de problemas y temía que se me olvidara algo vital para aclarar lo que me pasaba y no se lo contara en los diez minutos de consulta. Como respuesta obtuve un:
– «Ahh, pero eso entonces será del COVID». Te doy el alta, ¿Qué quieres que yo le haga?.
Perplejo, la digo:
-¿Si es del COVID no merezco un seguimiento ni tratamiento aunque sea para aliviar síntomas?.
A lo que su silencio pareció decir que no lo tenía. Parecía que no me creía, y toda su atención se fue a que traía lo que me había pasado anotado. Seguramente síntoma de delirium tremens. Vamos o me lo inventaba o estaba «chalao» hablando en plata.
La digo que si va a decidir sobre mi enfermedad sin hacerme ninguna prueba y me dice:
-¿Qué prueba me va a hacer si no se lo que te pasa?
Viendo que me toma por idiota, dejo de ir por ahí y la digo que me derive entonces a algún sitio que si puedan saber qué me pasa y me deriva a Reumatología. Mientras me dice:
-Te derivo a reumatología pero vamos que no te va a servir de nada porque lo tuyo claramente es del COVID.
-?????. Entonces deríveme aun experto en COVID. NO???
-Creo que en Extremadura no hay…
Y ante ese convincente argumento me callé y salí de la consulta porque sabía que la ayuda que necesitaba allí, ni podían ni querían dármela.
Después del la consulta, contacté con un grupo extremeño de enfermos del covid persistente y empecé a darme cuenta que eso era lo que me pasaba. Me reconozco en sus males.
A día de hoy 19 de noviembre sigo sin poder trabajar, es más he tenido que dejar de dar un paseo que hacía para intentar mejorar. Y estoy a la espera del día 25 ir a una consulta del Doctor Saponi en Cáceres capital. Con pocas esperanzas pero…
Por supuesto me ofrezco si quieren valorarme o hacer las pruebas pertinentes.